20 dic 2009

El tuerto es rey

Los estadounidenses estiman que su país está jugando un papel menos importante que antes en el planeta: tal es el resultado de una encuesta que el Pew Research Center for the People & the Press de Nueva York llevó a cabo en noviembre y dio a conocer este mes, titulada “El lugar que ocupa EE.UU. en el mundo” (//people-press.org/re port/569). El 45 por ciento de los interrogados que hace una década pensaba que ese lugar era el más importante se redujo al 25 por ciento y los que creían lo contrario pasaron del 28 al 41 por ciento. Hay más: el 49 por ciento –“la proporción más elevada en casi medio siglo de encuestas”– opina hoy que “EE.UU. debería ocuparse de sus propios asuntos en el plano internacional y dejar que los demás países se ocupen de los suyos del mejor modo que puedan”. Y luego: un aplastante 78 por ciento de los 2000 estadounidenses encuestados coincidió en que EE.UU. debería “concentrarse más en nuestros propios problemas nacionales y construir nuestra fuerza y prosperidad en casa”, contra el 14 por ciento que se inclinó por la propuesta de que “EE.UU. debe pensar en términos internacionales”. Cualquier relación con las guerras de Irak y Afganistán, más otras que asoman, no es producto de la casualidad. Otra sorpresa: el 44 por ciento entiende que China goza de la economía más potente del mundo, contra el 30 en el 2008, y un 41 por ciento considera que EE.UU. ha pasado a un segundo plano en la materia, contra el 27 el año pasado. Pero lo más saliente de la investigación del Pew es que llevó una encuesta paralela con las mismas preguntas entre 642 miembros del Council of Foreign Relations (CFR) de Washington, un think-tank o más bien un braintrust que financian 200 multinacionales, agrupa a 4200 ex funcionarios de alto nivel y otras personalidades políticas, edita la prestigiosa revista Foreign Affairs (125.000 ejemplares) y baja línea sobre la política exterior de EE.UU. El CFR no es un vocero del establishment, es el establishment. Las dos indagaciones revelan que entre el ciudadano estadounidense corriente y los elitistas del CFR hay brechas notorias en casi todas las cuestiones importantes, por ejemplo, el incremento de tropas en Afganistán decidido por Obama: el 50 por ciento de los últimos lo apoya, contra apenas un 32 por ciento de los primeros. Un 40 por ciento de los ciudadanos se pronuncia por la disminución de los efectivos que combaten en Afganistán, contra el 24 de los interrogados del CFR. A la pregunta de si EE.UU. debe desempeñar un papel mundial “más agresivo”, sólo el 19 por ciento de los primeros responde por la afirmativa, acompañados por el 62 por ciento de los últimos. No es difícil entrever el pensamiento del CFR. Un caso interesante es cómo los unos y los otros perciben a Israel y su conflicto con los palestinos. El 51 por ciento del público general se pronuncia en favor de Israel, postura con la que sólo coincide el 26 de los sondeados del CFR. El 30 por ciento del primero juzga que la Casa Blanca apoya demasiado a Israel, coincidiendo con el 67 de los últimos que, además, evalúan que el Estado sionista no es prioritario para Washington. En la lista de países que serán en el futuro “los aliados y socios más importantes de EE.UU.” sólo el 4 por ciento de los interrogados del CFR incluyó a Israel, muy lejos de China (58 por ciento), la India (55), Brasil (37), la Unión Europea (19), Rusia (17), Japón (16), el Reino Unido, Canadá, Indonesia Australia y otros. Cuando se preguntó a los de la elite cuáles serán los menos importantes, clasificaron a Israel en el puesto 23 detrás de Canadá, entre otros, y de Turquía, Egipto y Arabia Saudita en la región del Medio Oriente. Se desprende de estos datos que la opinión pública se atiene a la información de los grandes medios, muy aplaudidores de las políticas de Tel Aviv gracias a la excelente labor del activo lobby estadounidense pro–israelí. No se trata, desde luego, solamente del trabajo del Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (Aipac, por sus siglas en inglés). Una investigación de The New York Times reveló que, detrás de los “analistas militares” que aparecen en distintos canales de televisión y estaciones de radio para convencer a la audiencia de la necesidad y la eficacia de la política bélica de la Casa Blanca, se encuentra un aparato del Pentágono creado por W. Bush en el 2005 que sigue en acción (www.nytimes.com, 20-4-08). “La mayoría de estos analistas tiene vínculos con contratistas inmersos en las políticas de guerra y se les pide que las avalen en el aire.” Mandos militares y funcionarios de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Departamento de Justicia los preparan en reuniones ad hoc. Lógico: la Historia enseña que los caballos de Troya deben estar bien hechos. Juan Gelman Tomado de Página 12

19 dic 2009

No hay que perder esta batalla

Caricatura Martirena Cuando estoy escribiendo estas líneas ya está en su sesión final la reunión mundial en Dinamarca sobre el cuidado del medio ambiente. Como casi siempre ha ocurrido en la historia del ser humano, durante la discusión privaron los intereses comerciales y de dominación sobre aquellos análisis sobre la vida que deberían resultar positivos para toda la humanidad. Hasta la policía danesa demostró no ser muy diferente de otras cuando comenzó a dar palos a diestra y siniestra ante la valiente reacción juvenil contra los dinosaurios repesentantes de los pueblos. (“Esto parece la Argentina”, me musitó un amigo ante la pantalla televisiva que daba escenas de la represión en las calles de Copenhague.) El diario alemán Frankfurter Rundschau tituló el día de la represión danesa llamando el congreso “La reunión cumbre de la rabia”. En Copenhague quedó al desnudo el sistema que domina al mundo: un desatado capitalismo que convive con guerras continuadas y con las diferencias sociales que cada vez más dejan al descubierto las injusticias en los países líderes del liberalismo económico o en aquellos que lo disimulan con el curioso e hipócrita sistema de la “economía social de mercado”. Así como en economía se prioriza al individuo en vez de la sociedad, de la misma manera se otorga fundamental importancia al interés económico y político de los países dominantes. Claro, la primera perjudicada es la paz y, al mismo tiempo, la naturaleza. Dos conceptos que el sistema capitalista ha ignorado desde sus comienzos. Y el sistema triunfante hasta ahora nos muestra sus verdades. Se notó en el debate de Copenhague. Los países industriales dominantes explotan y deterioran la naturaleza de tal manera que hasta ellos mismos se dieron cuenta y convocaron esta reunión que debería ser fundamental y no para ganar tiempo y calmar los ánimos. Sin embargo, éstos se enardecieron en lo que atañe a los representantes del Tercer Mundo. De ahí la protesta en las calles. Fue cuando la señora Merkel, jefa del gobierno alemán, trató de mediar entre Estados Unidos y China y habló de la importancia de lograr en este congreso un plan verdadero de defensa de la ecología. Pero fueron palabras, nada más que palabras, porque el mismo día en Alemania se publicaba el nuevo presupuesto para el 2010 y las cifras hacen sonreír con sorna o llorar de pura desesperación. Veámoslas. Para gastos militares: 31 mil millones de euros; para defensa ecológica, apenas mil millones. Es decir, 30 veces más en gastos militares que en apoyo al cuidado de la naturaleza. Está todo dicho. Además las cifras para Educación son de 10,91 mil millones, tres veces menos que para gastos militares. Un pesimista diría, muy deprimido: el mundo está perdido. Por eso la alegría de ver las calles de Copenhague repletas de juventud reclamando. Primero por el cuidado de la naturaleza, después contra el lujo destructivo de los que detentan el verdadero poder en el mundo. Nos pareció muy bien la convocatoria mundial en defensa de la naturaleza. Pero, además, debería convocarse a otro congreso mundial ya mismo para terminar con el hambre de los seres humanos en nuestro injusto planeta. Las cifras de Naciones Unidas lo dicen todo: hay mil millones de seres humanos, repito, ahora en mayúscula, MIL MILLONES DE SERES HUMANOS EN EL MUNDO QUE PADECEN HAMBRE. Y el sistema lo permite. Y hay políticos que piensan todavía que la culpa de todo la tienen los adolescentes que usan aritos o el pelo largo o que escuchan rock. Es hasta escalofriante escuchar eso. Pero sigamos con cifras, esta vez del país capitalista mejor organizado de todos, Alemania. Se pudo ver por televisión, hace tres días, un informe sobre la gente sin trabajo en este país. Sí, cobran el seguro de desocupación, que es una cifra mínima. Claro, algún latinoamericano dirá: sí, pero viven bajo techo, nuestros pobres viven en las villas miseria. Pero ese razonamiento no ayuda al consuelo o a la explicación, más comparando lo que reciben los sin trabajo por el seguro de desocupación con lo que perciben los ejecutivos de grandes empresas. Y para ser una verdadera democracia la sociedad tiene que obligarse a la expresión “trabajo para todos”. Y terminar con el despido de personas de más de 55 años sin asegurarle otro trabajo. En Alemania la cantidad de desocupados oscila en los cuatro millones. Y se llama a sí mismo “un Estado social”. Cuando las estadísticas muestran que un cuarto de la sociedad posee un 50 por ciento del total de la fortuna alemana. Eso se llama desigualdad. En una verdadera democracia cada ciudadano debería ganar lo que necesita para su familia y para él. Los números en los Estados Unidos son más graves y denuncian de por sí lo injusto del sistema. Otra pregunta fundamental para una democracia: ¿por qué no se hace un congreso mundial acerca del problema de la desocupación? ¡Los trabajos que podrían hacerse para la salud pública, para la educación, para el conocimiento entre los pueblos, con planes internacionales para dar tareas y salario a las masas desamparadas! En vez de armas y guerras, planes de trabajo por encima de las fronteras. En vez de la guerra y la muerte, la verdadera paz, que significa vida. No, no es un sueño o un disparate. ¿Quién hubiera dicho hace diez años que se iba a realizar un congreso por el respeto al equilibrio ecológico? Nadie, porque la filosofía principal era exportar más, vender más, conquistar mercados, la llamada verdadera forma de mantener el poder sobre el mundo. Está justamente terminando ese primer congreso mundial de representantes de los Estados del mundo cuando escribo esto y los diarios de esta semana traen otra noticia que nos habla de las estrategias que tiene el poder económico actual. Y que nos tiene que poner en alerta acerca de las economías de nuestros países del Tercer Mundo. Desde 1999 han sido suprimidos en Alemania 1.400.000 empleos de horario completo. Desde el 2007, 1.800.000 alemanes más necesitan trabajar en dos empleos para mantener su nivel de vida. Todos los meses aumentan el número de los llamados “minijobs”, “miniempleos”, que han crecido en los últimos seis años en un 29 por ciento a un total actual de 7.000.000. Estrategias y tácticas del “sistema social de mercado”. El capitalismo disimulado, el poder del dinero, la norma no escrita de, en lo posible, ganar más, lo que significa más ganancias para las empresas. El discurso de Obama en Copenhague puede ser interpretado de dos maneras: o va a cumplir con lo prometido o son palabras que prometen todo para no cambiar nada o muy poco. Aquí en Alemania se ha difundido un trabajo del economista Schularik y del historiador Ferguson de que hay un acuerdo entre Estados Unidos y China de presentar tales criterios diferentes en la discusión sobre la defensa de la ecología para que el plan quede sólo como eso, un esbozo. Los dos estudiosos del tema llaman a ese pacto no escrito entre China y Estados Unidos como “Chimérica”, y señalan que actualmente esas dos potencias están realizando juntas grandes negocios empleando justamente petróleo, gas y carbón, y que por el momento no les conviene ninguna medida contra el empleo de esas energías. Y agregan: “No es que Estados Unidos esté contra China y viceversa, sino que Chimérica está contra todo el mundo”. Veremos, lo principal es que los pueblos han empezado a discutir este tema fundamental para el futuro de la humanidad. El tema ya está instalado. Los pueblos salen a la calle pese a las represiones típicas del sistema. Los órganos de difusión, los docentes, los políticos que acompañan al pueblo deben tomar el tema como algo fundamental para la vida de todos. Y no olvidarse del hambre de los niños y del derecho a trabajar de los desocupados. Osvaldo Bayer Tomado de Página 12

15 dic 2009

El informe Anti-Imperio

Caricatura Juan Kalvellido EEUU: vota primero, pregunta después El artículo que presentamos a continuación fue escrito por un investigador independiente norteamericano hace exactamente un año, es decir apenas Barack Obama había ganado las elecciones presidenciales en los EEUU en noviembre 2008. Pensamos oportuno publicar este antiguo artículo para demostrar simplemente que estudiando y analizando la configuración del poder estadounidense, de las alianzas y consejeros que entornan y sirven al nuevo presidente Obama, podemos demostrar que todo esto ayuda a comprender y descifrar cuáles son sus finalidades. No se trata de un cambio sino de una continuidad de la política imperial. Bueno, dejemos de lado lo obvio. Fue histórico. Me atoré varias veces, me salieron las lágrimas, a pesar de que no voté por él. Voté por Ralph Nader, por cuarta vez consecutiva [el autor hace referencia al día en que Barack Obama ganó la presidencia en los EEUU como primer mandatario negro de este país, como lo hemos señalado anteriormente, este artículo fue escrito y publicado hace un año]. Durante los últimos ocho años, al escuchar a diario programas de noticias en la radio, siempre me aseguré de quedarme a un par de metros de la radio para poder cambiar rápidamente la emisora cuando comenzaba a hablar ese tipo descabellado o uno de sus discípulos. No soy masoquista, aguanto mal a los estúpidos, y me aburro rápidamente. Siento decirlo, ya apago a veces la radio cuando comienza a hablar Obama. No dice nada, o no lo suficiente, o no suficientemente a menudo. Perogrulladas, clichés, promesas sin sustancia, “esperanza y cambio”, casi todo sin suficiente sustancia, “cambio y esperanza,” sin nada específico, destinadas a no ofender. ¿Cuáles son exactamente los principios del individuo? Nunca cuestiona las premisas del imperio. Nunca cuestiona las premisas de la “Guerra contra el Terror.” Estoy contento de que haya ganado por sólo dos motivos: John McCain y Sarah Palin, y resiento profundamente que el sistema estadounidense me obligue a extraer una gota de placer de algo tan alejado de mis ideales. Los votos de Obama vinieron por lo menos tanto de gente desesperada por conseguir alivio de la sofocación neoconservadora como de gente que genuinamente creía en él. Es una forma de extorsión – Vota por Obama o te quedarás con más de lo mismo. No te ofrecen otra alternativa. ¿Hay algún motivo para estar feliz porque el inaguantablemente religioso George W. pasará pronto a ser historia? “Creo que Cristo murió por mis pecados y que él me redime. Es una fuente diaria de fuerza y apoyo.” Lo dijo alguien llamado Barack Obama. [1] EE.UU. produce fanáticos religiosos como los japoneses producen coches. Oremos para que eso se acabe. Como mencioné antes, si eres uno de los que quisieran creer que Obama tuvo que presentar puntos de vista de política exterior de centroderecha para ser elegido, pero que una vez que esté en la Casa Blanca podremos olvidar que nos engañó una y otra vez y que emergerá como un verdadero hombre progresista de paz y derecho internacional y derechos humanos – recuerda que como candidato al Senado de EE.UU. en 2004 amenazó con ataques de misiles contra Irán [2], y que ganar la elección no lo llevó a ponerse de acuerdo con su pacifista interior. Desde entonces ha estado amenazando a Irán. El mundo está en un estado terrible. No pienso que tenga que entrar en detalles al respecto. Qué bonito, qué maravillosamente bonito sería tener un presidente estadounidense imbuido de valores progresistas y coraje político. Imaginad lo que se podría hacer. Como ser una salida rápida y total de Iraq. Podéis imaginar el cuadro igual que yo. Con su popularidad, Obama podría hacer casi cualquier cosa, pero probablemente seguirá yendo a lo seguro. O lo que podría ser más preciso, seguirá siendo lo que es; que, al parecer, es un centrista comprometido. No está realmente contra la guerra. No como tú y yo. Durante los primeros cuatro años de Obama en la Casa Blanca, EE.UU. no se irá de Iraq. Dudo que permita una retirada completa, incluso en un segundo período. ¿Ha calificado inequívocamente la guerra de ilegal e inmoral? ¿Un crimen contra la humanidad? ¿Por qué está tan cerca de Colin Powell? ¿No conoce el papel indigno de Powell en la guerra? ¿Y mantener al Secretario de Defensa de George W. Bush, Robert Gates, un hombre contra quien no sería difícil presentar acusaciones de crímenes de guerra? ¿Encontrará también un sitio para Rumsfeld? ¿Y la gobernadora de Arizona, Janet Napolitano, partidaria de la guerra, para que dirija el departamento de Seguridad Interior? ¿Y el general James Jones, ex comandante de la OTAN (sic), que quiere “vencer” en Iraq y Afganistán, y que apoyó a John McCain, como Consejero Nacional de Seguridad? Jones está en el Consejo de Directores de Boeing Corporation y de Chevron Oil. ¿De qué rincón oscuro del alma de Obama proviene todo esto? Tampoco está realmente contra la tortura. No como tú y yo. Nadie será castigado por utilizar u ordenar la tortura. Nadie será recusado por la tortura. Michael Ratner, presidente del Centro por Derechos Constitucionales, dice que procesar a funcionarios de Bush es necesario para establecer una política futura contra la tortura. “La única manera de impedir que esto vuelva a suceder es asegurarse de que los que fueron responsables por el programa de tortura paguen el precio debido. No veo cómo podemos recuperar nuestra estatura moral si permitimos que los que estuvieron íntimamente involucrados en los programas de tortura simplemente bajen de la escena y vivan sin ser responsabilizados.” [3] Como presidente, Obama no puede permanecer en silencio y no hacer nada; de otra manera heredará los crímenes de guerra de Bush y Cheney y se convertirá él mismo en criminal de guerra. El cierre del infierno de Guantánamo no significa nada si los prisioneros son simplemente transferidos a otras mazmorras de tortura. Si Obama se opone verdaderamente a la tortura, ¿por qué no declara que después de cerrar Guantánamo los reclusos serán juzgados por tribunales civiles en EE.UU. o enviados a países donde evidentemente no enfrenten el riesgo de ser torturados? Y afirma simplemente que su gobierno acatará fielmente la Convención contra la tortura y otro tratamiento cruel, inhumano o degradante de 1984, de la cual EE.UU. es signatario, y que declara: “El término ‘tortura’ significa todo acto mediante el cual se inflige intencionalmente dolor severo o sufrimiento, físico o mental, a una persona con propósitos como obtener información o una confesión… infligido por o por instigación de, o con el consentimiento o aquiescencia de un responsable público o cualquier otra persona que actúe en una capacidad oficial.” La convención afirma que: “Ninguna circunstancia excepcional, en absoluto, sea un estado de guerra o una amenaza de guerra, estabilidad política interior o cualquier otra emergencia pública, podrá ser invocada como justificación de la tortura.” Pero, en su lugar, Obama ha nombrado al ex funcionario de la CIA, John O. Brennan, como asesor en asuntos de inteligencia y co-jefe de su equipo de inteligencia de transición. Brennan también ha calificado las “entregas extraordinarias” – el programa de secuestros y torturas realizado bajo los gobiernos de Clinton y Bush – de “instrumento vital,” y elogiado las técnicas de interrogatorio de la CIA porque suministran inteligencia “que salva vidas”. [4] Obama podría ser una desilusión tan grande como Nelson Mandela, quien hizo tristemente poco por mejorar la suerte de las masas de Sudáfrica, mientras entregaba el país a las fuerzas internacionales de la globalización. Hago esta comparación no porque los dos hombres sean negros, sino porque ambos produjeron tan inmensas expectativas en sus países y en todo el mundo. Mandela fue liberado de la prisión porque los dirigentes del Apartheid supusieron que llegaría a ser presidente y apaciguaría a la inquieta población negra mientras gobernaba como un centrista no-radical, de libre mercado, sin amenazas indebidas para el privilegio blanco. Es tal vez significativo que en su autobiografía renuncie a culpar a la CIA por su captura en 1962, a pesar de que la evidencia que lo demuestra es convincente. [5] Parece que Barack Obama causó una impresión semejante a la elite del poder estadounidense que lo analizó en numerosas reuniones de recaudación de fondos y otras y allanó el camino para su ascenso tan improbable de oscuro senador estatal a la presidencia en cuatro años. El apoyo financiero del mundo corporativo para vender la “Marca Obama” fue extraordinario. Otra comparación podría ser con Tony Blair. Los conservadores jamás podrían haber introducidos tasas universitarias o guerras brutales interminables, pero el Nuevo Laborismo lo hizo. A los republicanos les hubiera sido difícil volver a introducir el servicio militar obligatorio, pero puedo imaginar a Obama restableciéndolo, acompañado por un eslogan adecuado, alguna variación de “¡Sí, podemos!” Espero que me equivoque, sobre su pasado y sobre cómo gobernará como presidente. Espero que esté muy equivocado. Mucha gente llama a los progresistas a presionar intensamente al gobierno de Obama, a ejercer presión para sacar a la luz el “buen Obama”, obligarlo a comprometerse, responsabilizarlo. Las atrevidas reformas del Nuevo Trato de Roosevelt fueron incitadas por huelgas generalizadas y otras acciones militantes poco después del fin de la luna de miel. Por el momento, no se me ocurre nada mejor. Dios nos ayude. El futuro como solíamos conocerlo ha dejado de existir. Y otros pensamientos joviales. El horror terrorista en Bombay La lectura de los informes sobre el horror terrorista en Bombay me dejó tan pesimista como un dinosaurio imaginando el futuro de sus nietos. ¿Cómo pudieron hacer eso?... destruir todas esas vidas, gente que ni siquiera conocían, gente que lo pasaban bien de vacaciones… ¿cuál puede haber sido su motivación? Bueno, en cierto modo conocían a algunas de sus víctimas; sabían que eran indios, o estadounidenses, o británicos, o sionistas, o algún otro tipo de infiel; así que no fue completamente irreflexivo, no totalmente al azar. ¿Ayuda a comprender? ¿Puede alivianar el dolor por las penas del mundo? Incluso puedes utilizarlo. La próxima vez que encuentres a un defensor de la política exterior estadounidense, alguien que insista en que algo como Bombay justifica los ataques retóricos y militares contra el Islam, puedes señalar que EE.UU. hace regularmente lo mismo. Durante siete años en Afganistán, casi seis en Iraq, para mencionar sólo los dos ejemplos más obvios… rompen puertas y ametrallan a extraños, infieles, traumatizan a niños de por vida, disparan misiles a casas ocupadas, hacen estallar bombas por doquier, se detienen para torturar… lanzan cada unos pocos días bombas en Pakistán o Afganistán, y todavía Iraq, afirmando que han matado a miembros de al-Qaeda, tan malos como los sionistas, bombardean fiestas de matrimonio, una después de la otra, hermanos o sus sobrinos o sus amigos, sobre todo mujeres y niños muertos; los militares de EE.UU. pagan a gente para que les digan dónde va a estar tal o cual mal sujeto número uno; y los militares de EE.UU. creen lo que les cuentan, así que ¡Ahí van las bombas!... ¿Te deprime tanto eso como Bombay? A veces prefieren bombardear Siria, o matar gente en Irán o Somalia, todos sujetos malos… “Tropas de EE.UU. transportadas por helicóptero han realizado una incursión dentro de Siria a lo largo de la frontera iraquí, matando a ocho personas incluyendo a una mujer, dicen las autoridades sirias,” informa la BBC. [6]… “Los militares de EE.UU. han utilizado desde 2004, una amplia, secreta, autoridad para realizar cerca de una docena de ataques no revelados anteriormente contra al-Qaeda y otros militantes en Siria, Pakistán y otros sitios, según altos responsables estadounidenses… La orden secreta dio a los militares nueva autoridad para atacar la red terrorista de al-Qaeda en cualquier sitio del mundo, y un mandato más global para realizar operaciones en países que no están en guerra con EE.UU.,” nos dice el New York Times. [7] Así que todo es lindo y legal, no es un ataque contra la civilización por un puñado de enfermos mentales escapados. Tal vez los terroristas de Bombay también tengan un pedazo de papel, de alguna autoridad, que diga que está bien lo que hicieron… Ya me siento mejor. La mitología de la guerra contra el terrorismo El 8 de noviembre, tres hombres fueron ejecutados por el gobierno de Indonesia por ataques terroristas contra dos clubes nocturnos en Bali en 2002 que costaron la vida a 202 personas, más de la mitad de ellas eran australianos, británicos y estadounidenses. Associated Press informó que “los tres hombres nunca expresaron remordimiento, y dijeron que los atentados suicidas debían castigar a EE.UU. y a sus aliados occidentales por supuestas atrocidades en Afganistán y otros sitios.” [8] Durante la reciente campaña electoral en EE.UU., John McCain y sus seguidores repitieron un sentimiento que se ha convertido en un lugar común – que la Guerra contra el Terrorismo ha sido un éxito porque no ha habido un ataque terrorista contra EE.UU. desde el 11 de septiembre de 2001; como si el que terroristas maten a estadounidenses fuera aceptable si es hecho en el extranjero. Desde el primer ataque estadounidense contra Afganistán en octubre de 2001, ha habido literalmente montones de ataques terroristas contra instituciones estadounidenses en Oriente Próximo, el sur de Asia y el Pacífico, más de una docena sólo en Pakistán: militares, civiles, cristianos, y otros objetivos asociados con EE.UU. El año después de los atentados de Bali ocurrió el gran atentado contra al Hotel Marriott en Jakarta, Indonesia, sede de recepciones diplomáticas y celebraciones del 4 de julio realizadas por la embajada estadounidense. El Hotel Marriott en Pakistán fue escena de un gran atentado terrorista hace sólo dos meses. Todos estos ataques han sido adicionales a los miles en Iraq y Afganistán contra la ocupación de EE.UU., que Washington identifica oficialmente como parte integral de la Guerra contra el Terrorismo. Sin embargo, los amantes estadounidenses de la fuerza militar insisten en que la Guerra contra el Terrorismo, ha mantenido seguro a EE.UU. Incluso es cuestionable la afirmación de que la Guerra contra el Terrorismo haya mantenido seguros a los estadounidenses en su país. No hubo ataques terroristas en EE.UU. durante los 6 años y medio antes del de septiembre de 2001; tampoco desde el atentado de abril de 1995 contra el edificio federal en Oklahoma City. Por lo tanto parecería ser que la ausencia de ataques terroristas en EE.UU. es la norma. E incluso un mito más insidioso de la Guerra contra el Terrorismo, ha sido la noción de que actos terroristas contra EE.UU., pueden ser explicados, en gran parte, si no enteramente, por un odio irracional o envidia de los valores sociales, económicos o religiosos de EE.UU., y no por lo que este país hace al mundo; es decir: la política exterior de EE.UU. Muchos estadounidenses son bastante recalcitrantes a abandonar esa idea. Sin ella, se derrumba todo el paradigma - de que somos buenos muchachos inocentes y que son ellos los hijueputas locos, fanáticos, sedientes de sangre con los que no se puede hablar sino sólo bombardearlos, torturarlos y matarlos. Declaraciones como la mencionada de los atacantes de Bali, culpando las políticas de EE.UU. por sus acciones, son numerosas y provienen rutinariamente de Osama bin Laden y de sus seguidores. [9] El terrorismo es un acto de propaganda política, una forma sangrienta de hacer que el mundo escuche la propia indignación contra el opresor percibido, pintadas en la pared en alguna callejuela sombría, desolada. La consecuencia es que si los perpetradores de un acto terrorista declaran cuál fue su motivación, su declaración debería transmitir credibilidad, no importa qué se piense sobre su causa o el método utilizado para lograrla. Renunciad a ese estereotipo y nadie sufre daño alguno Sarah Palin y sus partidarios estadounidenses resienten lo que ven como la elite de la Costa Este, los intelectuales, los snobs culturales, los políticamente correctos, los pacifistas y los “peaceniks”, los agnósticos y ateos, los ecologistas, los fanáticos protectores de los animales, la policía alimentaria, la Gestapo de la salud, los socialistas, y otros tipos izquierdistas y liberales semejantes que se consideran superiores a Joe el cervecero, a Joe el fontanero, a devotos de la Asociación Nacional del Rifle, a trabajadores rurales sin educación, y a todos los partidarios de Bush que han saboreado la idea de tener un presidente que no es más inteligente que ellos. Es la propagación salvaje de estereotipos. De modo que en el interés de introducir un cierto equilibrio y perspectiva histórica en el tema, quisiera recordaros algunas falacias olvidadas, o jamás conocidas, que confunden los estereotipos. José Stalin estudió para ser sacerdote. Adolfo Hitler esperó llegar un día a ser cura o monje católico; era vegetariano y no-fumador. Hermann Goering, mientras su Luftwaffe [Fuerza Aérea] hacía llover la muerte sobre Europa, mantuvo un letrero en su oficina que decía: “El que tortura animales hiere los sentimientos del pueblo alemán.” Adolf Eichmann era culto, leía mucho, tocaba el violín. Benito Mussolini también tocaba el violín. Algunos comandantes de campos de concentración nazis escuchaban a Mozart para acallar los gritos de los reclusos. Charles Manson fue un inquebrantable anti-viviseccionista. Radovan Karadzic, el líder serbio bosnio, acusado de crímenes de guerra, genocidio, y crímenes contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, había sido psiquiatra especializado en depresión; autor de un libro de poesía publicado así como de libros para niños, a menudo con temas de la naturaleza; y practicante de medicina alternativa. No estoy realmente seguro de qué uso podéis dar a esta información para progresar hacia nuestro apreciado objetivo nacional de convertirnos en una sociedad civilizada, pero siento la necesidad de difundirla. Si conocéis otros ejemplos del mismo tipo, os agradecería me los enviarais. Los ejemplos mencionados son todos de “tipos malos” haciendo cosas “buenas.” Hay, claro está muchos otros casos de “tipos buenos” haciendo cosas “malas.” William Blum Tomado de Red Voltaire *Autor de Asesinando la esperanza: intervenciones de la CIA y el ejército de Estados Unidos desde la II Guerra Mundial (2005) y Estado villano: una guía para la única superpotencia mundial (2004). Sus “Informe contra el Imperio” pueden ser leídos en www.killinghope.org [1] Washington Post, 17 de agosto de 2008. [2] Chicago Tribune, 25 de septiembre de 2004. [3] Associated Press, 17 de noviembre de 2008. [4] New York Times, 3 de octubre de 2008. [5] Nelson Mandela, Long Walk to Freedom (1994) p.278; William Blum, Rogue State, chapter 23, "How the CIA sent Nelson Mandela to prison for 28 years". [6] BBC, 26 de octubre de 2008. [7] New York Times, 9 de noviembre de 2008. [8] Associated Press, 9 de noviembre de 2008. [9] Vea mi artículo en: http://www.killinghope.org/superogu...

Un tribunal británico ordenó detener a Livni

La ex ministra de Exteriores israelí canceló su visita a Londres el pasado lunes Un tribunal de Londres emitió el pasado sábado una orden de detención contra la líder de la oposición israelí Tzipi Livni. En un movimiento que se ha convertido en habitual por parte de algunos jueces británicos, la ex ministra de Exteriores está acusada de crímenes de guerra por la invasión de la franja de Gaza el pasado mes de diciembre. Desde hace meses, los políticos israelíes no están a salvo cuando viajan a Londres y esta situación está creando varios encontronazos diplomáticos. Livni tenía previsto viajar este lunes para dar una conferencia en la capital británica en un foro judío. Finalmente canceló su comparecencia. Según el diario The Guardian, el Tribunal suspendió su orden de arresto al comprobarse que no había pisado finalmente suelo británico. El portavoz de la dirigente del partido Kadima en Jerusalén explicó que su decisión de no viajar al Reino Unido estuvo motivada por cuestiones de calendario y no por su temor a ser detenida. La orden de detención ha causado irritación en el ministerio británico de Asuntos Exteriores, según el diario Financial Times. "El Reino Unido está determinado a hacer todo lo posible por fomentar la paz en Oriente Medio y ser un aliado estratégico de Israel", señala un comunicado emitido por el Foreign Office. "Para ello, los políticos israelíes tienen que poder venir al Reino Unido para mantener conversaciones con el Gobierno británico. Estamos estudiando urgentemente las implicaciones de lo ocurrido", agrega el comunicado. Barak se escapó por los pelos Diversos grupos de presión pro derechos humanos llevan tiempo intentando conseguir que los tribunales británicos emitan órdenes de detención contra los políticos israelíes que vienen al Reino Unido. En septiembre, el tribunal de Westminster rechazó una orden de detención contra el ministro de Defensa, Ehud Barak, por su papel en los ataques contra la franja de Gaza a finales del 2008. El motivo del rechazo fue que Barak era en aquel momento un político en viaje oficial, lo que no habría sido el caso de Livni pues su proyectada visita tenía carácter privado. En septiembre de 2005, el general Doron Almog aterrizó en Londres, pero se vio obligado a regresar inmediatamente a su país al enterarse en el último momento de que se había dictado una orden detención contra su persona. El militar había sido acusado de ordenar la destrucción ilegal de 59 hogares palestinos en la Franja de Gaza en 2002. EFE Tomado de Público

13 dic 2009

Yo acuso, bajo una luz buena: ¡Aminatu!

Imagen Juan Kalvellido Todo aparece bajo una nueva luz cuando se empieza a levantar el dedo contra quienes relativizan la culpabilidad histórica de crímenes y genocidios humanos, culturales, históricos y calumnias acusando de estos desastres al comunismo, al “terrorismo” y al independentismo descolonizador como si con ello lavasen mente y manos de toda culpa. Entre ellos, los hay que no descansan soltando veneno del más puro bélico, más destructivo si cave, más paranoico, más chip, más moderno. Hoy , bajo el eslogan del terrorismo internacional, se descuartiza al comunismo filosófico, a los comunistas, independentistas del capitalismo e imperialismo. Concienciados, clases explotadas y pueblos oprimidos, no dejan de ser, masa humana sospechosa de ilusiones perdidas, y de las que están por llegar. Ideales e idealistas, conciencia, esperanza y libertad, forman parte del terrorismo internacional que con diferentes etiquetas, cuño y sello, el imperialismo yanqui y los guardianes del nazismo europeo unidos crean, generan, empaquetan, exportan y expansionan para exterminar pueblos y culturas y colonizar sus riquezas de la forma racial más pura, para resolver sus propias contradicciones y solventar su pobreza económica. Generando holocausto tras holocausto, genocidio tras genocidio. Por ello persigo la luz. Quiero alumbrarme de ella ¡Aminatu! ,para gritar con todo y tod@s la verdad histórica, el ¡alto!, a la perpetuidad de los crimines impunes. Una luz que alumbre la conciencia de la verdad. Persiga el silencio de poderes fácticos, sobre el deambular de los pueblos de diferentes culturas por el mundo sin meta ni horizonte, expulsados de sus casas hacia ninguna parte, hacia todas. Hacia el vértigo, vacío. Hacia desconocidas ciudades donde el monstruo anida. Culturas ajenas para ellos que despellejan sus sentimientos étnicos . Ríos humanos hacia la trampa del capitalismo. Ese laberinto que te ata de pies y manos. No quiero callar, por eso escribo. Se lo digo al rey, al príncipe, dios o diablo. Para mí no son sino palabras huecas. Yo acuso. No me callo. Quiero contar historia, la historia de lo que fue una vida antes de que llegaran las nubes oscuras y espesas. Y los rayos incendiarios y estruendos de estampidos, y explosiones centelladas secas. Yo acuso. No me callo. Lanzaron balas ardorosas, mortíferas y expansivas. Llegaron sin discriminación zumbidos por cualquier parte estridentes. Artillería masiva sin límite espacial reventando el petrolero Oriente. Doblando por millones de balas al simbólico bombardeo de Gernica (símbolo de destrucción del nazismo). Convierten nuestros almanaques, abecedarios, libros de historia, día a día en un sentimiento perpetuo de dolor y muerte. Son los gobiernos de los llamados ricos, esos demócratas voraces de la avaricia quienes rodean nuestras gargantas históricas y oprimen nuestros vientres famélicos, reventando nuestra alegría expansiva, horadando pies con grilletes, como al ganado. Si el dios de los hombres, no es el mismo de la guerra: ¿Sobrarán los hombres que apoyan su dios? Si la palabra tiene tanto poder: ¿Para que seguir creando más armas, más ejércitos, más invasiones, más policía, más leyes represivas, más fácticos intocables bajo pena criminal? Si la democracia es buena para los pueblos: ¿Porqué se unen “los demócratas del mundo” contra los pueblos aplastando su dignidad, su alegría? Si los ejércitos son belicosos y la democracia es sinónimo de antifascismo, ¿Porqué bendice y glorifica sus tropas?. ¿Cuando apoyaron la brutal dictadura de Somoza en Nicaragua durante cuarenta años, de Pinochet, de Videla, de Marruecos oprimiendo a su pueblo y ocupando la tierra de los saharauis, del sionismo judío en Palestina, Líbano... ¿Eran más o menos demócratas que cuando arrasaron por sorpresa invadiendo y tomando como propio Iraq, Yugoslavia, Afganistán? Una luz que no haga distinción a la hora de juzgar siempre a los más miserables, manteniendo “democraticamente impune” lo más corrupto. ¿Es la fatalidad la que conduce al abismo de los muertos vivos, vivos muertos. Muertos, muertos...? No digamos nunca ¡basta!, para acercarnos al camino. Ver y sentir la llegada de esa luz que conmueve ¡Aminatu! convierte en actos las potencialidades. “Porque el hombre que clama, vale más que el que suplica: el que insiste hace pensar al que otorga. Y los derechos se toman, no se piden, se arrancan, no se mendigan” José Martí . Sepan los opresores que los pueblos, ese fantasma que empieza de nuevo a recorrer el mundo descalzo, dispuesto, sin equipaje. Arrastra tras sí la lanzadera de la mortaja que esputará sobre el rostro de los enmascarados criminales. Maité Campillo Tomado de Rebelión

24 nov 2009

Liberal a todos los niveles...

Caricatura El Roto Hasta en los más pequeños municipios, los alcaldes son elegidos por la población presentándose con un proyecto. ¡Pero, no en Europa ! El que se denominará a partir de ahora Presidente de Europa ha salido de la sombra, de una sala acolchada del Consejo Europeo de Bruselas, tras múltiples negociaciones de pasillo, de combinaciones diversas, de nombres cuchicheados al oído. Nunca ha expuesto públicamente su visión de la Europa del mañana, sus propuestas para salir de la crisis, menos todavía ha esbozado las condiciones de una nueva solidaridad entre los pueblos europeos. Entre esta gente, ¡la consanguinidad domina ! A cubierto de las miradas de los pueblos, los poderosos se cooptan entre ellos asegurándose evidentemente que el elegido no haga sombra a sus iguales. ¡Qué espectáculo tan desolador ! ¡Qué ejemplo más clarificador del antidemocratismo europeo ! A pesar de que los promotores del Tratado de Lisboa no han cesado de explicar desde hace cinco años que lo novedoso e importante de este texto residía en las instituciones nuevas que iba a crear. Pues bien el primer acto de la puesta en práctica del Tratado hace estallar a la vista de todos, las contradicciones que genera su criatura ultraliberal. Son, de hecho, las contradicciones intercapitalistas e intraeuropeas las que estallan a plena luz. Y ahora se nos da la lata con críticas sobre la personalidad de los elegidos, el señor Van Rompuy, presidente y la señora baronesa Ashton ministra de Asuntos Exteriores. Para mejor enmascarar los problemas de fondo a los que están confrontados los pueblos europeos. Europa, no puede ser una máquina de fabricar competitividad de todos contra todos, de organizar vuelos charter comunes para expulsar afganos o de establecer registros y ficheros policiales. Al contrario, el futuro de una Europa eficaz pasa por un gran proyecto social, democrático, solidario, pacifico, ecológico. Si los dirigentes europeos sólo se plantearan el objetivo limitado de armonizar la fiscalidad y los niveles sociales al alza, ya darían un gran paso hacia una nueva solidaridad europea. Pero constatamos con claridad que desde el presidente del Parlamento Europeo al presidente del Consejo Europeo, del presidente de la Comisión Europea a la Alta representante de asuntos “exteriores”, es el ultraliberalismo y el militarismo a todos los niveles. El presidente del Consejo será el concienzudo ejecutor de los dogmas del Tratado de Lisboa al dictado de sus iguales. La Alta Representante de Asuntos exteriores dispone de un gran poder. Vicepresidenta de la Comisión Europea, presidirá el importante Consejo de ministros de Asuntos exteriores y, sobre todo, dirigirá el nuevo “servicio europeo de acción exterior”, dotado de 6.000 funcionarios. Su papel será presionar a los Estados “para mejorar progresivamente su capacidad militar” y llevará a cabo su acción internacional en el marco de la OTAN, como estipula el Tratado de Lisboa. ¡Éste es el fondo de la cuestión ! Sin embargo es urgente buscar vías de paz en Irak, en Afganistán y en Oriente Próximo, ir al desarme, promover la cooperación y el codesarrollo para salir del hambre y para que la cumbre de Copenhague impulse un nuevo desarrollo humano sostenible. Por una Europa social, solidaria, ecológica, democrática, pacífica, no podemos rendirnos ni bajar la guardia. Patrick Le Hyaric Tomado de L´Humanité

Cayo Lara sobre el caso Alakrana

"Hay gente en Somalia que piensa que les quitan lo que es suyo" Tras conocerse la liberación del atunero Alakrana, el coordinador general de IU, Cayo Lara, se posicionó éste miércoles en Salamanca a favor de un mundo menos dividido entre ricos y pobres, sosteniendo que es la situación que se vive en países como Somalia, aplastados por el sistema comercial dominante de los países capitalistas, la guerra y la falta de Estado, la que está en el orígen de los secuestros y de la piratería informal. "Hay gente allí que piensa que se va allí a quitarles lo que es suyo, en donde hay ciudadanos que ponen en peligro su vida por salir a secuestrar barcos", ha sostenido Lara. Somalia reclama potestad territorial sobre 200 millas mar adentro. Pero las instituciones pesqueras internacionales, dominadas por Europa, Estados Unidos o Japón, otorgan a ese país tan sólo 15 millas. Los mejores caladeros están precisamente en las llamadas "aguas internacionales". Sobre la liberación del atunero español, Lara se mostró contento por los pescadores liberados, pero dijo que "se debe conocer todo" ya que el barco "estaba fuera del radio de protección internacional". En este sentido, criticó a los armadores privados por su ávidez empresarial: "la mayor ambición por recoger un mayor número de pescado "no puede poner en riesgo a los trabajadores". Respecto al posible pago de 2,3 millones de euros a los secuestradores, manifestó que se ha tratado de una situación "nueva y extraordinaria" y que "se estaba gestionando algo tan delicado como la vida de 36 personas". Asimismo, señaló que es preciso abrir un debate entre las fuerzas políticas para evitar nuevos secuestros de este tipo porque actualmente hay 12 atuneros con bandera española en la misma zona y otros 15 procedentes de Sudamérica pero con trabajadores de España. Respecto a la presencia de seguridad privada en los barcos españoles, animó a las fuerzas políticas a analizar "si el monopolio del uso de la fuerza se debe poner en manos privadas". "No estamos por la privatización parcial de elementos que sólo puede utilizar el ejército", añadió. Eloy Pardo Tomado La República

20 nov 2009

El Sáhara Occidental atenazado por Marruecos

Rabat ha expulsado a Aminatou Haidar, reconocida militante de los Derechos Humanos. Enésima demostración de fuerza contra los saharauis. Intimidaciones, confiscación de pasaportes, amenazas, arrestos, procesos arbitrarios... Desde 2005, inicio de la intifada pacífica en el Sáhara Occidental, Marruecos utiliza la represión contra los militantes de los Derechos Humanos en los territorios que ocupa ilegalmente desde 1975. El viernes 13 de noviembre , la activista saharaui Aminatou Haidar fue detenida, una vez más, a su llegada al aeropuerto de El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, acompañada de dos periodistas españoles, y posteriormente expulsada en dirección a las Canarias (España) de donde provenía... "Titular de un documento nacional de identidad y de un pasaporte marroquí (...) Aminatou Haidar fue detenida por haber rechazado cumplimentar las formalidades de la policía", informó AFP. Galardonada con varios premios internacionales de los Derechos Humanos, entre ellos el de Coraje civil en 2009, y candidata al Nobel el año anterior, fue interrogada por doce agentes de la Seguridad marroquí por haberse atrevido a escribir en la ficha de entrada la mención Sahara Occidental. Una ofensa a "la integridad territorial de Marruecos", según Rabat, obligado sin embargo, a organizar un referéndum sobre la autodeterminación del Sáhara Occidental desde hace dieciocho años, como recomiendan numerosas resoluciones de la ONU. Aminatou Haidar, condenada a permanecer en España tras haber sido confiscado su pasaporte, ha iniciado una huelga de hambre en señal de protesta. Ella que ha conocido dos veces las prisiones marroquís y la tortura, no cesa de advertir sobre las graves violaciones de los Derechos Humanos de las que son víctimas los saharauis. Al igual que otros siete militantes, entre ellos Alí Salem Tamek, vicepresidente del Colectivo de defensores de los Derechos Humanos (Codesa), detenidos hace un mes, y amenazados con ser llevados ante un tribunal militar por haberse trasladado a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia). Todos ellos son reconocidos como prisioneros de opinión por Amnistía Internacional, se arriesgan a ser condenados a la pena de muerte. En 2008, durante un coloquio en la Asamblea de la Unión Europea en París, Aminatou Haidar denunció la diplomacia de geometría variable de la U.E. que permanece muda en el tema del respeto a los Derechos Humanos cuando sus intereses económicos están en juego. Cathy Ceibe Traducción J.A. Pina Tomado de L´Humanité

15 nov 2009

Irán: Allí los terroristas son los muertos

Imagen Juan Kalvellido Cuarenta y nueve muertos por una bomba, sólo once de ellos militares, pero ni se calificaba de atentado terrorista ni a sus ejecutores de grupo terrorista. Así es como lo pudimos comprobar en tres periódicos españoles -El País, El Mundo y La Vanguardia- cuando trataron el 19 de octubre la noticia de la masacre contra la guardia de élite iraní. El término usado fue “ataque”, “atentado” o simplemente “acción” y para el grupo que se responsabilizó -Jundollah- no hubo calificativo ni consideración de terrorista a pesar de que ya en mayo pasado atentó contra una mezquita provocando 25 muertos. Para El País son “un grupo rebelde suní de Balachistán, fundado en 2002”, para La Vanguardia “un movimiento de resistencia popular de Irán formado por suníes que combaten al régimen chií, persa e islámico”, El Mundo se limita a llamarlo “grupo suní Jundollah”. Años y años nos llevan angustiando sobre el peligro del terrorismo iraní y ahora resulta que los atentados suicidas con decenas de muertos es contra esos “terroristas”. Porque, para quienes no lo sepan, Estados Unidos tiene declarado como “grupo terrorista” desde 2007 a las víctimas del atentado, los Guardianes de la Revolución. Una vez más, es el mundo al revés, cuando los muertos no son de los nuestros, las víctimas son los terroristas y los verdugos, combatientes y resistencia. Pascual Serrano/Correo del Orinoco

Daños colaterales en Irak y Afganistán

Las otras bajas colaterales del guerrerismo norteamericano en Iraq y Afganistán Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, honró anteayer a los veteranos y a los soldados norteamericanos caídos en combate, en una ceremonia en el Cementerio Nacional de Arlington, lanzó una frase que escamoteaba dos grandes verdades: la primera de ellas, es que todos ellos habían muerto como resultado de su enrolamiento en guerras injustas como las desarrolladas en Corea, Vietnam, Granada, Panamá, el Líbano, Afganistán e Iraq, para satisfacer las apetencias hegemónicas del imperialismo. La otra verdad es que, al expresar que: “Estados Unidos no los decepcionará”, Obama ocultaba la cruda realidad que viven los veteranos en esa nación, quien los ha usado como carne de cañón y luego los ha abandonado a su suerte. Los veteranos, por tanto, se han convertido en víctimas adicionales, es decir, en otras bajas colaterales de las guerras genocidas desarrolladas por Estados Unidos, que ya suman más de un millón de ciudadanos iraquíes asesinados y de varios miles de afganos entre la población civil. Para agudizar el tan candente problema que pesa sobre la sociedad norteamericana, se dio a echar de ver el 5 de noviembre pasado, que el Pentágono planea pedir al Congreso un fondo adicional de emergencia para la guerra de Iraq y Afganistán, mientras que el jefe del Comando Supremo, almirante Michael Mullen, había solicitado aún más dinero adicional a los ya autorizados 130 mil millones de dólares para esos fines. De la misma manera, el 13 de octubre de este año, se dio a conocer que Obama le dio un espaldarazo al envío de 13 mil efectivos añadidos a Afganistán, integrado por personal de apoyo a los efectivos en combate. De esta forma, las presiones del comandante militar de las tropas de EE UU, general Stanley McChrystal, pretenden elevar a 128 000 sus efectivos en Afganistán. Ni a Obama ni al Pentágono les preocupan las bajas de jóvenes norteamericanos en Iraq y Afganistán, que ya ascienden a más de 900 soldados estadounidenses en territorio afgano y a cerca de 5 000 en Iraq. Estas bajas se unen a los cerca de 70 000 soldados heridos, que se han suicidado o han sido retirados del escenario de la guerra por diversas razones. Para la Casa Blanca y el Pentágono el mantenimiento de la guerra es primordial y está por encima de cualquier cosa, incluso por encima del drama social que viven sus ex soldados, para los que solo queda la satisfacción de ser admirados el 11 de noviembre y ser tratados como objetos discontinuados el resto del tiempo. La celebración del Día de los Veteranos, estrenada el 11 de noviembre de 1918, y finalmente oficializada en septiembre de 1975, pasaría a ser simplemente el único día en que los ocupantes de turno en la Casa Blanca volteaban sus ojos hacia aquellos que usaron a su arbitrio, olvidándose de ellos los otros 364 días de cada año. Triste realidad que hoy pesa sobre la sociedad norteamericana y despierta lentamente un sentimiento antibelicista entre sus ciudadanos. La Secretaría de Asuntos de Veteranos, creada en 1989, pasaría a ser el instrumento orgánico mediante el cual el gobierno estadounidense se encargaría de la atención a los militares que habían servido en sus guerras genocidas, pero en realidad poco o casi nada ha hecho por atender a los miles de desmovilizados que padecen de serios daños sicológicos, inadaptación social, desórdenes conductuales, falta de oportunidades y otros problemas como el desamparo social, carencia de atención médica y siquiátrica, beneficios y pensiones, así como una penosa exclusión social. PARTICIPACION DE LOS VETERANOS EN EL MOVIMIENTO ANTIBELICISTA. Hoy por hoy, el movimiento antibelicista en Estados Unidos va en aumento, nutrido por veteranos de las guerras genocidas norteamericanas a lo largo del mundo, por familiares de los soldados caídos en combate y por una parte de la sociedad que ha tomado conciencia de que las políticas belicistas de las administraciones han traído más pobreza que bienestar a la nación. El movimiento de veteranos contra las guerras agrupa a los veteranos de la primera guerra del golfo, los desmovilizados de Iraq y Afganistán, así como a los veteranos de Vietnam. No hace mucho, mientras Obama y McCain realizaban su último debate presidencial en la Universidad Hofstra, en Nueva York, fueron arrestados varios veteranos miembros de Veteranos de Iraq Contra la Guerra (IVAW), por el delito de pretender entregar a los contendientes sus legítimas demandas, entre las que se encontraban el retiro inmediato de Iraq, las reparaciones de los daños sufridos en ese escenario de la guerra y la solicitud de beneficios completos. LOS VETERANOS ENTRAN A OTRO EJÉRCITO: EL DE LOS HOMELESS. Mientras la institución denominada Ayuda de Urgencia al Ejército (AER), creada en 1942 para proporcionar apoyo financiero a las familias de los soldados participantes en contiendas bélicas, ha sido cuestionada por el manejo de sus fondos y por convertir la supuesta ayuda en préstamos onerosos, un reporte del Departamento de Asuntos de Veteranos señala que más de 336.600 veteranos de guerra han dormido alguna vez a la intemperie y 200 mil son parte del 20 % de los homeless en EE UU. Según un estudio de la Alianza Nacional para Acabar con la Indigencia, dado a conocer hace dos años, una cuarta parte de los vagabundos en Estados Unidos es un veterano de las guerras, es decir, 195.800 veteranos militares sin techo, de un total de 744.313 vagabundos. EL EJERCITO Y SUS MAQUINAS DE MATAR INCONTROLABLES. Con sorprendente frecuencia, los soldados estadounidenses en activo y los veteranos desmovilizados se han visto involucrados en hechos de violencia que han sacudido a la sociedad de su país. Asesinatos múltiples y seriales, ataques sexuales, riñas, golpizas, violaciones, delitos de conducir en estado de embriaguez, tráfico de drogas, violencia doméstica, tiroteos, apuñalamientos, secuestros y suicidios, son algunos de los frecuentes delitos tipificados en sus casos. El reciente suceso acaecido en la base Fort Hood del Army, la más grande base militar de EE UU, en el que fueron asesinadas al menos 12 personas y heridas otras 30, ha convertido en tema de actualidad el aumento de la violencia entre los militares norteamericanos, su peligrosidad hacia la población civil y cómo la frustración ha transformado también a varios veteranos en asesinos y homicidas. Paradójicamente, en este caso el homicida fue el comandante Nidal Malik Hasan, un psiquiatra experto en trastornos de estrés postraumático. El 27 de septiembre del 2009, se dio a conocer que en la Cuarta Brigada de Combate de la Cuarta División de Infantería, ubicada en Fort Carson, Colorado, sucedieron atroces hechos que involucraron a una decena de sus efectivos, los que han sido arrestados por delitos que van desde asesinato, intento de asesinato y homicidios culposos. Todos ellos sufrían severos daños sicológicos y una descontrolada propensión a la violencia desde su retorno de Iraq. Uno de los soldados, Kenneth Eastridge, quien se halla cumpliendo una condena de diez años por ser cómplice de un asesinato, manifestó a un diario norteamericano: “El Ejército lo hace retumbar en tu cabeza hasta convertirlo en un instinto: matar a todos, matar a todos. Y lo haces. Luego creen que simplemente puedes regresar a casa y parar”. Estos hechos de violencia son reiterativos. Hace poco más de un año, tras un altercado, un soldado mató a balazos a su teniente superior y luego se privó de la vida. En otro hecho, Denard Manns asesinó en 1999, luego de violarla, a la asistente médico, Michelle Robson, en un apartamento cercano a una base militar. La División 1 de Caballería tampoco ha escapado de hechos de sangre. En julio de este año el soldado Armando Baca fue acusado de asesinar a Ryan Richard Schlak. Ambos habían regresado a Fort Hood luego de participar en acciones bélicas en Iraq. Con unos días de diferencia el Jared Lee Bottorff fue acusado de matar a otro soldado de esta base al iniciarse una pelea entre ellos. Otro hecho de asesinato fue cometido en la base Liberty, cerca de Bagdad, cuando un efectivo del Army asesinó a cinco de sus compañeros de armas. LA FRUSTRACION COMO DETONANTE DE LA VIOLENCIA DE LOS VETERANOS. Los miembros de las minorías han sido la base principal de la población que ingresa a las fuerzas armadas en Estados Unidos, unas veces intentando escapar de la pobreza y otras buscando reconocimiento social sobre la base de un controvertido gesto de patriotismo. Sin embargo, en vez de disminuir los niveles de exclusión social y discriminación, éstos aumentan al regresar de la guerra. La carne de cañón enviada a Vietnam, Afganistán e Iraq ha sido, en su gran mayoría, integrada por negros y latinos, así como una minoría de miembros pobres de la raza blanca. Varios son los factores que contribuyen a la frustración de los soldados desmovilizados de las guerras. ● Se marcharon a la guerra engañados y siguiendo un falso patriotismo usado para reclutarlos, descubriendo después en el campo bélico las verdaderas razones por las que fueron enviados. ● Al regresar no fueron recibidos siempre como héroes, cargados de stress, alto nivel de culpabilidad por los crímenes cometidos y un bajo nivel de integración social. ● Las secuelas de la guerra y desórdenes conductuales provocaron que muchos nunca pudieran reintegrarse a la sociedad y conseguir trabajo. ● Muchos han tenido problemas de inserción dentro del marco familiar, con el creciente aumento de divorcios y problemas en el hogar como violencia doméstica, apatía y disminución de afectividad. ● La evasión de la realidad y los daños sicológicos han conducido a muchos al camino de la drogadicción y la violencia, a la alteración de la disciplina social y a la criminalidad sexual. ● La falta de trabajo y oportunidades, sobre todo para aquellos con daños físicos y sicológicos, los empujaron al abandono y al desarrollo de odios hacia los demás, a la pérdida de los lazos afectivos y a un bajo nivel auto estima. ● Junto a la propensión al suicidio, otros desarrollaron apego a formas incontroladas de violencia, convirtiéndose en asesinos y homicidas. Junto a los crímenes cometidos por varios veteranos como el soldado Frank Ronghi, sodomita y asesino de una niña de once años en Kosovo, se destaca el caso de Jeffrey Glen Hutchinson, quien asesinó a su esposa y a sus tres hijos. Sin embargo, los casos más sobresalientes fueron los de Timoty McVeigh, asesino de cientos de personas en un ataque terrorista en la ciudad de Oklahoma, y del ex sargento John Allen Muhammed, conocido como el francotirador de Washington DC., y quien fuera ejecutado hace dos días luego de que el Tribunal Supremo de EEUU denegara su petición. LOS DAÑOS SICOLOGICOS Y OTRAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA. Las secuelas de su participación en guerras genocidas, en las que se ha desplegado un alto nivel de salvajismo, ha provocado serios daños sicológicos en las tropas norteamericanas. De acuerdo con un estudio realizado en octubre de 2008 por el Centro Nacional para el Desorden de Stress Postraumático de Virginia, EE UU, cerca del 15 % de les efectivos militares norteamericanos participantes en Iraq y Afganistán padecen de stress post traumático, a la par que el 76 % de las mujeres militares han sufrido desde violaciones sexuales hasta distintos tipos de acoso. Por otra parte, un estudio realizado por el Departamento de Asuntos para Veteranos reconoció que casi 300 mil veteranos de Iraq y Afganistán recabaron de ayuda de esta institución para tratarse de desórdenes mentales o secuelas de la guerra. Al respecto, muchos de ellos sufrieron los efectos de las propias armas químicas y biológicas usadas contra la población de los países invadidos. La propia Asociación de Veteranos Americanos de Vietnam, reconoce que 600.000 soldados se enfermaron a causa del agente naranja y de ellos han perecido cerca 238.000. Por su parte 300 mil soldados involucrados en la Guerra del Golfo han desarrollado enfermedades que los han dañado permanentemente. El Dr. Asaf Durakovic, profesor de medicina nuclear en la Universidad de Georgetown, informó que decenas de miles de veteranos norteamericanos están enfermos y siguen muriendo a consecuencias de la contaminación radiactiva. Dijo que se hallaron remanentes de contaminación radioactiva en un 62 % de los veteranos, encontrados en test de orina, biopsias y otros estudios. Ellos mismos contaminaron a sus propias familias. EL SUICIDIO COMO ESCAPE ENTRE SOLDADOS Y VETERANOS DE LA GUERRA. El suicidio de soldados en activo, así como de veteranos de guerra se ha convertido en los últimos años en un fenómeno incontrolable. De acuerdo con Robert Ursano, Director del Departamento de Psiquiatría en la Universidad de Ciencias de la Salud, la causa principal es el stress postraumático, la baja adaptación, desórdenes conductuales, falta de beneficios y reconocimiento social, drogas y alcoholismo Tal fue el grado de incremento de suicidios entre militares en activo que en una sola base militar de Kentucky, EE UU, el Fuerte Campbell, donde está acantonada la 101 División Aerotransportada, se suicidaron 11 efectivos en activo. El 8 de Septiembre de 2008, 16 soldados estadounidenses de la Unidad 57, de la División de Transporte Aéreo, se suicidaron dentro de una base militar en Iraq, presuntamente como resultado de remordimientos por los crímenes cometidos por esta unidad contra niños y mujeres en el norte de Bagdad. La alarmante cifra de suicidios entre soldados en activo fue de 143 en el año 2008, la cifra más alta en tres décadas desde que el ejército inició estas estadísticas. En el 2007 los soldados suicidas fueron 115, mientras que en 2006, fueron 102 los efectivos que decidieron quitarse la vida. Para el 2009 estas cifras pueden alcanzar un nuevo record. Según el propio Departamento de Defensa cerca de 600 militares se han suicidado desde que comenzó la guerra en Iraq, lo que representa en números la pérdida de un batallón de efectivos, colocando al suicidio la cuarta causa de muerte entre las tropas norteamericanas. Los veteranos que se han suicidado superan a los soldados en activo. Según el VA un promedio de 6,500 veteranos se privan de la vida cada año, casi 18 cada día. El alarmante número de suicidas entre las tropas precisó al Pentágono a invertir una alta cifra millonaria, cerca de 50 millones de USD para investigar y prevenir el suicidio entre los militares en activo, apoyándose en investigadores, sicólogos y siquiatras de las Universidades de Harvard, Columbia y Michigan, así como el Instituto de Salud Mental. Por otra parte, también ha recurrido a centenares de expertos en el tema para evaluar a las tropas sobre el terreno. HECHOS DE VIOLENCIA PERPETRADOS POR MILITARES EN BASES NORTEAMERICANAS. Todo el mundo se ha conmocionado ante las atrocidades de los soldados norteamericanos cometidas contra la población aledaña a sus bases en diferentes países. Desde asesinatos, violaciones y otros abusos sexuales, desmanes y otros delitos, ponen hoy en tela de juicio la intención de EE UU de aumentar el número de bases militares en el mundo, especialmente en Colombia. Según Ann Wright, ex militar y diplomática norteamericana, quien renunció a su cargo por objetar la guerra contra Iraq en el 2003, los EE UU deben aplicar mayor severidad con sus efectivos para frenar las frecuentes violaciones contra mujeres civiles. En una entrevista concedida a Catherine Makino de la agencia Inter Press Service (IPS), el pasado 24 de agosto de 2009, declaró, entre otras cosas: “Las mujeres que viven cerca de las bases militares estadounidenses en Japón deberían tener mucho cuidado pues hay muchas violaciones, ataques sexuales y violencia doméstica.” “Los efectivos estadounidenses arguyen que las estadísticas sobre violaciones por soldados no son mayores que las que se producen entre civiles, pero ése no el punto. Los militares se jactan de orden y disciplina, y deben ser capaces de inculcarles a sus miembros temor a cometer este delito. El castigo debe ser una alta prioridad, y eso no existe en el ejército de Estados Unidos.” Una prueba de las alertas de Wright tuvo lugar en el año 2006 cuando un grupo de cinco militares norteamericanos violaron a la niña iraquí Abeer Qassim Hamza al-Janabi, de apenas 14 años de edad, a quien asesinaron posteriormente en unión de sus familiares, incluyendo a otra menor de 6 años. Todos los implicados en este monstruoso crimen ocurrido en Mahmudiya, cerca de Bagdad, lo hicieron bajo el efecto de una desenfrenada orgía de sangre y alcohol. Un año después, otro soldado norteamericano, el sargento Joseph Mayo, asesinó salvajemente a cuatro detenidos iraquíes, maniatados e indefensos. En dicho crimen participó también otro sargento, Michael Leahy, quien se involucró también en la matanza. El Pentágono y la Casa Blanca son los responsable directos de tantos crímenes y frustraciones relacionados con sus tropas. Quienes como el presidente colombiano Álvaro Uribe y otros mandatarios de América Latina coquetean hoy con Estados Unidos para fortalecer la presencia de efectivos militares bajo la falsa justificación de perseguir al terrorismo y al narcotráfico, estableciendo legislaciones que dan paso a su total impunidad ante la ley, serán cómplices de las atrocidades que están por cometerse contra la población civil. La historia juzgará algún día a quienes, por mantener a toda costa un sueño hegemónico, convierten a sus soldados en máquinas asesinas cargadas de odio y frustración. Percy Alvarado Tomado de Cuba Debate

Yasser Arafat para siempre

René Naba con el presidente palestino Yasser Arafat en la Cumbre de los No Alineados en Harare (Zimbabue), en junio de 1988, tras el discurso en el que el líder de la Organización para la Liberación de Palestina suscribió por primera vez la Resolución 242 de Consejo de Seguridad de la ONU, que prescribía una solución global al conflicto israelí-palestino. Nada, absolutamente nada se le ahorraría a aquél a quien se denominó a veces, con razón, «el superviviente político más famoso de la época contemporánea». Y aquel Premio Nobel de la Paz, uno de los pocos árabes que ha recibido un galardón semejante, apuraría el cáliz hasta las heces. Sin embargo el líder palestino murió, el 11 de noviembre de 2004, sin haber cedido un ápice con respecto a ninguno de los derechos fundamentales de su pueblo; ni al derecho a disponer de Jerusalén como capital, ni al derecho de retorno de su pueblo a su patria de origen. Su talla, sin punto de comparación con la de su insignificante sucesor, Mahmud Abbas, un burócrata especulador sin envergadura y sin carisma, todavía atormenta la conciencia occidental, cinco años después de su muerte. La implosión política de Mahmud Abbas el 5 de noviembre de 2009, seis días antes de la conmemoración del fallecimiento de Yasser Arafat, justifica a posteriori el escepticismo del líder histórico de los palestinos con respecto a los países occidentales y lleva implícita la condena de la complacencia de su sucesor frente a la hipocresía occidental, a la vez que pone de manifiesto el servilismo de la diplomacia estadounidense y de su jefa, la secretaria de Estado Hillary Clinton, en relación con Israel. Calcinado por sus aplazamientos en el asunto del Informe Goldstone sobre Gaza y por el desaire estadounidense con respecto a las colonias, la renuncia de Abbas a un nuevo mandato presidencial aparece tanto más cruelmente patética en cuanto que ha coincidido con una hiriente lección de valor que le han asestado los jóvenes palestinos y los pacifistas israelíes abriendo, no sin riesgos, una brecha en el muro del apartheid con ocasión de la conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, una acción que ha resonado como una burla a Mahmud Abbas y a Israel, un desafío a la apatía de las instancias internacionales, un regalo póstumo a Yasser Arafat, fundador de la lucha armada palestina. Repaso de una vida de lucha con ocasión de la conmemoración del quinto aniversario de la muerte de Yasser Arafat en el hospital militar de Clamart (Región de París), el hombre sin el cual Palestina habría sido borrada del mapa del mundo. I. La kufiya palestina es él La kufiya palestina es él. Su retrato con gafas negras y kufiya en la portada de la revista Time a raíz del primer hecho de armas palestino contra el ejército israelí, la legendaria batalla de Al Karameh, el 20 de marzo de 1968, causó un gran choque psicológico en la opinión pública internacional y contribuyó enormemente a la toma de conciencia de la lucha del pueblo palestino por el reconocimiento de su identidad nacional. Varias decenas de fedayines palestinos, bajo el mando directo de Yasser Arafat presente en el campamento sitiado, acabaron aquel día diezmados sobre el terreno y obligaron al ejército israelí a batirse en retirada bajo la mirada impasible del ejército jordano, que durante la primera fase de la batalla mantuvo a sus tropas en el valle del Jordán. La batalla de Al-Karameh debe su nombre, por un curioso guiño del destino, al lugar del combate, Al Karameh, la ciudad donde se desarrolló este hecho de armas. Acto fundador de la lucha palestina en el plano internacional, la batalla se percibió y se vivió como «la batalla de la dignidad recuperada» en cuanto que lavaría en el imaginario árabe la traumatizante derrota de junio de 1967, al infligir a los israelíes pérdidas humanas más importantes que las que sufrieron en el frente jordano un año antes (1). Esta batalla electrizó durante mucho tiempo a la juventud árabe en su combate político y propulsó la lucha del pueblo palestino entre la juventud de todo el mundo. Por su carga simbólica, la batalla pasará a la posteridad como el equivalente palestino de la antigua batalla de las Termópilas (2), en cuanto que marca por la sangre y el sacrificio supremo el espíritu de resistencia de los palestinos y su determinación de asumir personalmente su propia lucha. Publicada por la revista estadounidense, la foto del jefe palestino hasta entonces desconocido, le lanzó a la popularidad como portavoz de la causa y símbolo de la identidad palestina. La foto precipitó la marginación de su calamitoso predecesor Ahmad Choukeiry, y al mismo tiempo propulsó a la kufiya, el tradicional pañuelo palestino, a la categoría de símbolo universal de la revolución. La kufiya, en el origen de cuadros en blanco y negro, se teñiría después de todos los colores para acabar convirtiéndose en el punto de cohesión de todas las grandes manifestaciones de protesta de todo el mundo en la época contemporánea. «Todo eso era posible gracias a la juventud, al placer de (…), de ser el punto más luminoso, el más agudo de la revolución, el más fotogénico en todo lo que hiciera, y quizá por el presentimiento de que ese mágico espectáculo revolucionario pronto sería devastado. Los fedayines (voluntarios de la muerte) no querían el poder, ya tenían la libertad», profetizaba poéticamente el escritor francés Jean Genet, uno de sus numerosos compañeros de viaje de la época, que los inmortalizó en su inolvidable reportaje sobre la masacre de los campos palestinos de Sabra y Chatila, en las afueras de Beirut (Jean Genêt «Quatre heures á Sabra-Chatila», Revue d’Etudes Palestiniennes, nº 6, invierno de 1983). En una etapa histórica árabe rica en personalidades carismáticas (décadas de 1960 y 1970): Gamal Abdel Nasser (Egipto), Hafez Al-Assad (Siria), Houari Boumediene (Argelia), Sadam Husein (Iraq) o Faisal de Arabia, muchos no perdonaron a Arafat su popularidad y su prestigio. Israel, en primer lugar y siempre, constantemente, sin descanso, ha querido neutralizar la carga explosiva de la mística revolucionaria que el movimiento nacional palestino transmitía al Tercer Mundo. En el campo árabe, el rey de Jordania, Hussein el Hachemita, fue el primero que se dedicó, en septiembre de 1970, a meterle en vereda con un espantoso baño de sangre (Septiembre Negro, N. de T.), el primero del suplicio palestino, mientras los demás países se dedicaban a limitar su margen de maniobra infiltrando en el corazón palestino, la Organización para la Liberación de Palestina, movimientos títeres, ya fósiles, como el Al-Saika pro sirio; el Frente de Liberación Árabe pro iraquí; o el Frente de Liberación de Palestina pro egipcio; o la hipocresía marroquí que compensaba el apoyo declarado a la causa palestina con una colaboración soterrada con los servicios israelíes. De todos los grandes países árabes, sólo Argelia dio un apoyo incondicional a la guerrilla palestina, «Zaliman kana aw Mazloum», sean opresores u oprimidos, según la expresión del presidente Boumediene (3). La guerra de octubre de 1973 y la destrucción de las fortificaciones israelíes de la línea Bar lev, a lo largo del Canal de Suez, mitigaron los conflictos interárabes, lo que dio un respiro a la guerrilla palestina y allanó el camino para el lanzamiento de Yasser Arafat a la escena internacional. Tomando por sorpresa Nueva York, el 13 de noviembre de 1974, Arafat desembarcó de un avión especial argelino en la metrópolis estadounidense para dirigirse, hecho sin precedentes en los anales diplomáticos, a la Asamblea General de las Naciones Unidas, presidida en la época por el brillante ministro de Asuntos Exteriores de Boumediene, Abdel Aziz Buteflika. Recientemente consagrado por sus pares árabes como portavoz exclusivo de los palestinos, el jefe de la OLP expuso la causa de su pueblo -que no existía jurídicamente- e inauguró solemnemente una estrategia que combina la lucha armada y la acción diplomática, «el fusil y la rama de olivo», según su expresión, para recuperar una patria, Palestina, borrada desde hacía un cuarto de siglo de la geografía política. En ese discurso, que resonó desde la mayor ciudad judía del mundo hasta los confines de la Península Arábiga, el dirigente palestino, diez años después de la fundación de su movimiento en El Cairo en 1964, apuntó tímidamente la posibilidad de una coexistencia judía-árabe. Arafat estaba en el cénit, secundado por la nueva potencia petrolera árabe revelada por la guerra de octubre de 1973. Gracias a la brecha abierta por la OLP, a diecisiete movimientos de liberación africanos se les reconoció el estatuto de observadores de la ONU. Cinco de ellos, en particular, la Guinea portuguesa, Angola, Mozambique y Zimbabue condujeron, algunos años después, a sus países a la independencia. La euforia duró poco. Seis meses después de su coronación en la ONU, estalló la guerra en Beirut, sombrío presagio, el 13 de abril de 1975, en la quincena de la caída de Pnom Penh y Saigón, los dos bastiones estadounidenses en Asia. Muy a su pesar, Arafat se precipitó, y después inexorablemente se enfangó, en lo que al principio sólo era una guerra entre fracciones y después se convertiría en la primera guerra civil urbana de la época contemporánea. Los coletazos de ese conflicto de proyección regional e internacional hicieron volar en pedazos, en un período de siete años (1975-1982), la cohesión libanesa, la cohabitación libanesa-palestina y la solidaridad árabe. Egipto hizo la paz con Israel y Estados Unidos vinculándose por la «cláusula Kissinger», que subordinaba cualquier contacto con la OLP a condiciones equivalentes. Una capitulación incondicional, según los palestinos. Atrapado en la tormenta, Arafat tocó el fondo del abismo, en junio de 1982 en el Beirut asediado, convertido por sus adversarios en el «foco del terrorismo internacional» y por sus partidarios en el «vivero de la oposición tercermundista». Abandonado por todos, Arafat aseguró que en su viejo santuario convertido en trinchera había percibido el «aroma del paraíso» (Rawaeh al Janna), el presentimiento del más allá. Dejó su feudo de Beirut con los honores de la guerra, pero con su exangüe organización, el movimiento de liberación más importante del Tercer Mundo, prácticamente desarticulada. Doce años después del Septiembre Negro jordano (1970), mientras los beduinos del rey Hachemita se empleaban alegremente contra los fedayines palestinos, los israelíes, por su parte, se dedicaron a una «caza de palestinos» en Beirut, importante centro de los contestatarios árabes, asediada bajo la mirada impasible de los dirigentes árabes. Por segunda vez en su vida, Yasser Arafat, gracias a sus prodigios diplomáticos y a una resistencia a toda prueba, escapó del asedio militar en el que sus enemigos querían enterrarle. Con la fuerza del capital de simpatía que acumuló en el transcurso de los 65 días de asedio, el líder palestino se lanzó entonces a la búsqueda de una nueva consagración internacional. Fue el período de la diplomacia volante. Recibido con mucha fanfarria por una asamblea de jefes de Estado árabes en Fez (Marruecos), después por el Papa Juan Pablo II, por el presidente italiano Sandro Pertini en septiembre de 1982, en los países del norte de Europa y en la cumbre de los no alineados en Nueva Delhi, en febrero-marzo de 1983 se convirtió, por instigación de Estados Unidos, en blanco de las reticencias del núcleo central de la Europa occidental: Francia, Reino Unido y la RFA que movidos, según los palestinos, por una especie de «solidaridad expiatoria» con respecto a Israel, le negaron el derecho de ciudadanía. Estados Unidos, el principal aliado de Israel en el mundo, pagó el precio más caro de de la radicalización de Oriente Próximo. En dos años, 1982-1984, la embajada de Estados Unidos en Beirut Oeste, cuartel general de los marines, y después la misión estadounidense en el reducto cristiano, fueron arrasadas sucesivamente por sendos atentados mortíferos, y la célula de la CIA en Medio oriente decapitada, lo mismo que el cuartel general de los franceses y el de las milicias cristianas falangistas. Al mismo tiempo, algunos de los principales protagonistas de la intervención israelí desaparecieron de la escena pública: Alexander Haig, secretario de Estado y su amigo el Primer Ministro israelí Menahem Begin; el jefe de las milicias cristianas libanesas, Bachir Gemayel; el oficial traidor libanés pro israelí Saad Haddad, mientras que Ariel Sharon, el artífice de la invasión de Líbano, era obligado a dimitir por su responsabilidad en las masacres de los campos palestinos de Sabra y Chatilla, en septiembre de 1982. Los supervivientes de esa hecatombe política –Arafat y el presidente sirio Hafez Al Assad, el gran vencedor del verano de 1982 fortalecido por el sofisticado armamento soviético-, se dedicaron entonces a un implacable ajuste de cuentas. La central palestina estaba sacudida por fuerzas centrífugas amplificadas por los desengaños de su líder en su política de apertura hacia Occidente y los pacifistas israelíes, de lo cual las masacres de Sabra y Chatila, en el distrito sur de Beirut, son una ilustración trágica. Primera advertencia, el asesinato de Issam Sartawi, el hombre de la apertura pro occidental; después, suceso inconcebible en aquella época, la disidencia de dos de los más fieles lugartenientes de Arafat, Abu Saleh y Abu Moussa; y más grave todavía, el líder de la OLP, hecho único en la historia, fue expulsado de Siria en junio de 1983. El movimiento se agrietaba: los guerrilleros se convirtieron en desesperados. Los palestinos dirigieron sus armas contra otros palestinos. Por tercera vez en su azarosa existencia, Arafat, como trece años antes en Amman y el año anterior en Beirut, es asediado en Trípoli (norte de Líbano), esta vez por los sirios y los israelíes. Privado desde entonces de cualquier autonomía territorial, Arafat es rescatado in extremis, por segunda vez en un año, por los franceses, que actuaron bajo cobertura de las Naciones Unidas. La prensa internacional hablaba del ocaso del líder palestino. Sin embargo, Arafat triunfó en la Cumbre Islámica de Casablanca al entreabrir la puerta del regreso de Egipto al regazo árabe islámico, de donde estaba excluido desde hacía cinco años. Desde su exilio de Túnez, a 2.000 kilómetros del campo de batalla, Arafat intentaba recoger los pedazos de lo que continúa siendo el vector de la reivindicación nacional palestina. A pesar de los buenos oficios de Argelia, Yemen del Sur y la Unión Soviética, el presidente Assad no cedió. En cuatro ocasiones en ese año, en el otoño de 1984, Arafat se vio obligado a renunciar a reunir al parlamento palestino para recibir la confirmación de su liderazgo y evitar la atrofia de la central palestina. Por miedo a escindir definitivamente su movimiento y además por no encontrar la hospitalidad de ningún país donde colocar sus escaños. Una situación paradójica para un líder antes incuestionable de una organización reconocida por ciento diez Estados. Paradójica por el propio símbolo del exilio del pueblo palestino de encontrarse a la búsqueda de un refugio para sus parlamentarios en el exilio, cruel ironía de la historia y trágica ilustración del drama palestino. Amputado de sus dos principales colaboradores, Khalil Wazir (Abu Jihad) adjunto de operaciones militares, y Abu Iyad, responsable de la inteligencia, y de su hombre de confianza, Ali Hassan Salameh, oficial de relaciones con la CIA, los tres eliminados por los servicios israelíes para matar en el origen cualquier diálogo entre los palestinos y los estadounidenses, Yasser Arafat fue objeto de un proceso de satanización que desembocaría, quince años después, en su confinamiento arbitrario por orden del carnicero de Sabra y Chatila, el general Ariel Sharon, ante la mirada indiferente de los países occidentales. La invasión de Kuwait por Iraq, en 1990, le proporcionó un respiro. En vez de alinearse en un bando contra el otro y acentuar la división del mundo árabe, Arafat optó por asumir el papel de mediador entre Sadam Husein y el rey Fahd de Arabia, seguido muy de cerca por el egipcio Hosni Mubarak encantado por su activismo belicista de recuperar el papel motor de Egipto en el escenario diplomático árabe y de justificar su función de subcontratista regional de la diplomacia estadounidense. Yasser Arafat fue marginado de la comunidad árabe e internacional, y más precisamente, de la coalición occidental, la alianza de veintiséis países occidentales y árabes fundada para castigar a Sadam por su atrevimiento con respecto a un principado petrolero, Kuwait. Arafat sólo debió su salvación al acuerdo israelí-palestino de Oslo, firmado casi a espaldas de los diplomáticos occidentales. El líder palestino, por su audacia, se vio galardonado con el Premio Nobel de la Paz el 14 de octubre de 1994, junto con los coautores israelíes del acuerdo de Oslo, el primer ministro Isaac Rabin y el ministro de Asuntos Exteriores Simón Peres. Firmado el 13 de septiembre de 1993, el acuerdo de Oslo debía conducir a la autonomía de la Franja de Gaza y la zona de Jericó (Cisjordania) antes de desembocar, cinco años después, en la proclamación de un Estado palestino. No duraría ni un año. II. El cáliz hasta las heces En 1995, Benjamín Netayahu, jefe del Likud y nuevo Primer Ministro israelí, frenó la aplicación del acuerdo, antes de vaciarlo completamente de su sustancia, ante la indiferencia de los países occidentales. En total impunidad. Fue un nuevo descenso a los infiernos para Yasser Arafat, donde el Nobel carecía de influencia frente a las vejaciones que los aliados occidentales de Israel le iban a infligir regularmente. Nada, absolutamente nada se le ahorraría a aquél a quien se denominó a veces, con razón, «el superviviente político más famoso de la época contemporánea». Y Aquel Premio Nobel de la Paz, uno de los pocos árabes que ha recibido semejante galardón, apuraría el cáliz hasta las heces. Así, con ocasión de las ceremonias conmemorativas del quincuagésimo aniversario de la fundación de las Naciones Unidas, Yasser Arafat, recientemente aureolado por los acuerdos israelíes-palestinos de Oslo y el Nobel de la Paz (1993), el hombre que simbolizó para la mayoría de los suyos el renacimiento del pueblo palestino, el símbolo de la reivindicación nacional palestina, fue rechazado de una ceremonia en Nueva York, a finales de octubre de 1995, como un vulgar intruso. Suprema infamia, la prohibición procedió del cáustico alcalde de Nueva York, Rudolph William Luis Giuliani III, un italoestadounidense, con el pretexto de que las manos del dirigente palestino estaban manchadas de sangre estadounidense. Como si los estadounidenses no tuvieran sobre la conciencia la muerte de palestinos. Como si los estadounidenses no tuvieran sobre la conciencia el exterminio de los indios de América, cuya erradicación permitió a esos hijos de inmigrantes italianos prosperar en Nueva York, en la tierra de sus ancestros expoliados. Como si los responsables estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, para organizar el desembarco en Italia, no hubieran pactado con la mafia de origen italiano sobrecargada de sangre de víctimas estadounidenses inocentes. Otro dirigente árabe, un jefe orgulloso, el presidente Soleiman Frangieh, al desembarcar en Nueva York en 1974 para apadrinar la primera gran campaña diplomática de Yasser Arafat, fue humillado por la brigada canina de la oficina de la lucha contra estupefacientes. Un ultraje infligido al presidente libanés, el dirigente político árabe más resueltamente antiestadounidense. Y esta tradición se ha perpetuado con su descendencia. A la vista de esas experiencias es difícil censurar a quienes prefieren la ropa de faena al traje diplomático. No se trata en absoluto de una simple coquetería en el vestido. Por ejemplo, Fidel Castro. El dirigente cubano, uno de los últimos supervivientes de la epopeya revolucionaria de después de la guerra, se ganó una ovación de doce minutos por cinco minutos de intervención ante la Asamblea General de la ONU con ocasión del quincuagésimo aniversario de la fundación de la organización internacional, mientras que el presidente William Clinton, por un discurso de 17 minutos, en la misma circunstancia, sólo consiguió aplausos de compromiso. Lo que sigue ya es conocido y conlleva la condena de Occidente y sus prácticas deshonrosas: la presión final ejercida por Bill Clinton en 1999 para arrancar un acuerdo israelí-palestino con el fin de lustrar el final de su mandato salpicado por el escándalo Monica Lewinsky. Desacreditado por sus enemigos, denigrado por sus falsos hermanos árabes, Arafat, solo contra todos, frente al estallido mediático sobre las presuntas generosas ofertas de Ehud Barak, no cedió. En nada. Dos años después, los atentados del 11-S contra los símbolos de la superpotencia estadounidense pusieron al día la temática de la «guerra contra el terrorismo», una bendición para su implacable enemigo Ariel Sharon y su discípulo estadounidense George Bush, que satanizaron a ultranza a Yasser Arafat para convertirle en la encarnación del mal absoluto, a pesar de que el comanditario de la operación, Osama Bin Laden, jefe de Al Qaeda, no era otro que el ex subcontratista de los estadounidenses, el mismo que había desviado a Afganistán a miles de combatientes musulmanes para luchar contra los soviéticos, entonces principales aliados de Yasser Arafat en la época del asedio de Beirut en 1982. En 2003, la invasión estadounidense de Iraq ofreció a Ariel Sharon la ocasión de confinar a Yasser Arafat en su residencia administrativa con la pasiva y vergonzosa complicidad de los países occidentales y, tragándose la vergüenza, de algunas de las plumas más reputadas del mundo árabe, mercenarios de la prensa que participaron en la escabechina. Resguardado en su lujosa residencia londinense, al abrigo del riesgo y la necesidad, Jihad el Khazen, el más destacado de los periodistas «petromonárquicos», director del periódico Al Hayat y garantía palestina del periódico saudí, reclamó la dimisión no del carnicero de sus compatriotas palestinos de Sabra y Chatila, el general Ariel Sharon, o de su cómplice George Bush, ni del follonero libio o de los gerontócratas del Golfo, todos ellos sepultureros de la causa nacional árabe, sino, paradójicamente, la dimisión de Yasser Arafat, el líder sitiado del movimiento palestino, entonces al alcance de los cañones de los tanques israelíes, el símbolo de la resistencia nacional, la leyenda viva de la lucha árabe. Ilustración patológica de la podredumbre mental de una fracción de la élite intelectual árabe gangrenada por los petrodólares monárquicos, su prescripción descabellada apareció el 18 de mayo de 2004, al día siguiente de la destrucción del campamento palestino de Rafah por la aviación israelí y menos de un mes después de los asesinatos extrajudiciales de los jefes carismáticos del movimiento islámico palestino Hamás, Cheikh Amad Yacine y Abdel Aziz Al-Rantissi. Dicha declaración le costaría, de parte de la estrella ascendente del periodismo árabe, el editorialista vedette de Al-Qods Al-Arabi, Abdel Bari Atwane, una severa llamada al orden deontológico sobre las reglas elementales de la decencia en el combate político. Sin embargo, dieciocho meses de reclusión no erosionaron la voluntad de resistencia del líder palestino, que murió el 11 de noviembre de 2004 sin haber cedido ni un ápice sobre ninguno de los derechos fundamentales de su pueblo, ni del derecho a disponer de Jerusalén como capital ni del derecho de retorno de su pueblo a su patria de origen. Mejor, como una premonición del destino, su verdugo, Ariel Sharon, trece meses más tarde, el 5 de enero de 2006, se vio reducido a un estado vegetativo de muerto viviente, convertido en un «vegetal» según la jerga médica, hundido en el coma, a imagen de su política belicista. Su talla, sin punto de comparación con la de su insignificante sucesor, Mahmud Abbas, un burócrata especulador sin envergadura y sin carisma, todavía atormenta la conciencia occidental, cinco años después de su muerte, y lleva a los dirigentes occidentales, sin miedo al ridículo, a patéticas contorsiones: Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EE.UU. en gira por Oriente Medio, igual que su predecesora republicana Condoleezza Rice, en un ritual inmutable, cada vez que pasan por Beirut llevan flores a la tumba de Rafic Hariri, el Primer Ministro libanés asesinado, y persisten en ignorar, a su paso por Ramala (Cisjordania), el mausoleo de Yasser Arafat. Lo mismo que Nicolas Sarkozy, autoproclamado «amigo del pueblo palestino», que rodeó Ramala, la sede del poder legal palestino, para entrevistarse con Mahmud Abbas en Jericó, durante su viaje en junio de 2008. Como si un Premio Nobel de la Paz palestino constituyera una monstruosidad infamante, como si el abanderado de la reivindicación nacional palestina fuese un apestado incluso más allá de la muerte. Es irrisorio rodear la conciencia buscando un atajo. Patético esconder la cara ante sus propias traiciones: George Bush y Condoleezza Rice ya han pasado al olvido de la historia desde hace mucho tiempo, y su compadre Ariel Sahron hace mucho que desapareció de la memoria de los hombres, pero el mausoleo de Yasser Arafat, que continúa presidiendo delante de la sede de la Autoridad Palestina, sigue siendo regularmente objeto del homenaje de todo un pueblo, como una señal indeleble de gratitud hacia su lucha por el renacimiento de la nación palestina. En el «hit parade» del liderazgo palestino, Yasser Arafat adolecía de un aspecto teatral en ciertos comportamientos, y en ese hueco Abu Ammar era sustituido por dos personalidades tan discretas como eficaces: Georges Habbache, el carismático dirigente de la organización marxista Frente Popular de Liberación de Palestina, de voz estentórea y una rigurosa vida ejemplar, médico de los pobres de donde le viene su apodo «Al Hakim» y ex jefe del movimiento nacionalista árabe que derribó el protectorado británico de Aden (sur de Yemen), y Khalil WEazir, alias Abu Jihad, comandante en jefe adjunto de la guerrilla palestina y, como tal, promotor clandestino de la Intifada palestina. Pero Yasser Arafat focalizó, él sólo, la totalidad del ostracismo israelí-estadounidense concentrando sobre su persona las vejaciones infligidas a través de él al pueblo palestino, sin duda por el hecho de que pasaría a la posteridad por haber sido el hombre sin el cual Palestina habría sido borrada del mapa del mundo La implosión política de Mahmud Abbas el 5 de noviembre de 2009, seis días antes de la conmemoración del fallecimiento de Yasser Arafat, justifica a posteriori el escepticismo del líder histórico de los palestinos con respecto a los países occidentales y lleva implícita la condena de la complacencia de su sucesor frente a la hipocresía occidental, a la vez que pone de manifiesto el servilismo de la diplomacia estadounidense y de su jefa, la secretaria de Estado Hillary Clinton, enrelación con Israel. Calcinado por sus aplazamientos en el asunto del Informe Goldstone sobre Gaza y por el desaire estadounidense con respecto a las colonias, la renuncia de Mahmud Abbas a un nuevo mandato presidencial aparece tanto más cruelmente patética en cuanto que ha coincidido con una hiriente lección de valentía asestada por los jóvenes palestinos y los pacifistas israelíes que abrieron, no sin riesgo, una brecha en el muro del apartheid con ocasión de la conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, una acción que ha resonado como una burla a Mahmud Abbas y a Israel, un desafío a la apatía de las instancias internacionales, un regalo póstumo a Yasser Arafat, fundador de la lucha armada palestina. El Estado palestino que ya se perfila inevitablemente en el horizonte, compensación de saldo de las torpezas occidentales hacia el pueblo palestino inocente, resuena también retrospectivamente como el triunfo póstumo de Yasser Arafat, un homenaje retroactivo al combate del líder histórico del movimiento nacional palestino, un homenaje al portador de la kufiya palestina, al símbolo de la identidad palestina convertido ya en el símbolo universal de la lucha contra la opresión. Referencias: (1) La noche del 20 de marzo de 1968, el ejército israelí atacó por sorpresa el campo palestino instalado en la localidad de Al Karameh, en el valle del Jordán, declarado por Moshé Dayan, entonces ministro de Defensa, «guarida de Fatah» Según el historiador Benny Morris, las pérdidas israelíes se elevaron a 33 muertos y 161 heridos. En el plano material, Israel registró la pérdida de cuatro tanques, 3 haf-tracks, 2 coches blindados y un avión, en el curso de esa batalla que duró 15 horas. Por el lado palestino, Kenneth Michael Pollack, antiguo analista de la CIA, estimó las pérdidas palestinas en 100 muertos y 100 heridos, es decir, un tercio de los combatientes implicados muertos o heridos. (2) Uno de los hechos de armas más famosos de la historia antigua, la batalla de las Termópilas, en el 480 a.C., se convirtió en el emblema de la resistencia griega al invasor, porque a pesar de la toma de Atenas por los persas, los griegos consiguieron que se reconociera su independencia después del triunfo en Salamina, el 22 de septiembre del año 480 a.C. Trescientos espartanos al mando del rey Leónidas I tomaron posición a la entrada del paso de las Termópilas y combatieron hasta el sacrificio para dar tiempo a que los griegos organizaran su defensa. En la cumbre de Kolonos, escenario de la última resistencia espartana, donde se erigió un mausoleo, una inscripción del poeta Simónides de Ceos (556-467 a.C.) conmemora esa acción: «Extranjero, ve y dile a Esparta que aquí trescientos de los suyos murieron por obedecer sus leyes». (3) Sobre el papel de Argelia: L’honneur de l’Algérie. Para saber más: Gilbert Achcar: Les Arabes et la Shoah, La guerre israélo-arabe des récits, Sindbad, octubre 2009, 528 páginas, ISBN 978-2-7427-8242-0. Gilbert Achcar es profesor en la Scbool of Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad de Londres. Es coautor, con Noam Chomsky, de La Poudrière du Moyen-Orient. René Naba Traducido para Rebelión por Caty R. Tomado de Rebelión
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